Vivir en Alianza de Amor en tiempos de pandemia

Este tiempo de cuarentena ha generado cientos de reflexiones sobre diversos aspectos de nuestra vida; nos ha confrontado con paradojas, incoherencias y heridas que padecemos como humanidad. Una vez más el Dios de la historia nos desafía a desentrañar su amorosa Providencia en esta página escrita con trazos de dolor y desconcierto.

Una de tantas paradojas: en una sociedad que se jactaba de haber quebrado toda distancia a partir del avance tecnológico y digital; la pandemia impuso de un día para el otro un nuevo comportamiento social, que no pocas veces nos rebela interiormente, enturbia la alegría e intenta robarnos nuestras esperanzas. Distanciamiento social, aislamiento, restricciones de todo tipo…

En este contexto, un nuevo 18 de octubre nos invita a celebrar la iniciativa de Dios que nos salió al encuentro en el fuego de la Alianza de Amor. Esa Alianza que nuestro Padre y Fundador sellara con María hace más de 100 años en el Santuario de Schoenstatt. 

Año 1914: la iniciativa divina daba una respuesta clara y contundente a los desafíos del tiempo. 1914 - 2020: hoy nos toca transitar otra etapa de la historia, movernos en otro escenario, afrontar desafíos diferentes… Sin embargo tendemos las manos hacia esa misma Alianza, que no ha perdido actualidad, que no ha perdido su carácter de repuesta. 

La Alianza de Amor que hemos sellado, se funda, se sostiene y hace fecunda por el vínculo profundo con los tres puntos de contacto: la Madre tres veces Admirable, nuestro Padre y Fundador, y el Santuario. Sin duda el Santuario es el lugar físico desde donde podemos experimentar sensiblemente esos encuentros y nutrirnos de esa honda vinculación. La cuarentena nos ha impedido acercarnos físicamente al Santuario. Como Familia Mater tuvimos la gracia de peregrinar virtualmente,  compartiendo un hermoso camino hacia nuestro hogar y recibiendo el abrazo de nuestra Madre fiel, que siempre nos está esperando. Pero también nos sabemos invitados a cultivar en el día a día estos contactos, para alimentar y fortalecer nuestra vida de Alianza. En este sentido les propongo caminos concretos para profundizar durante este tiempo tan particular el vínculo con la  Mater, con el Padre y con el Santuario.

Con la Mater…
Cuando el Padre Kentenich se preguntaba cómo hacer para crecer en nuestro amor a Dios, nos daba una respuesta muy simple y profunda. Decía: debemos contemplarlo en la fe, dialogar con Él, darle muestras concretas de nuestro amor. Para la Alianza de Amor con María valen estas mismas leyes del crecimiento del amor.
  • Mirarla con frecuencia… ¡Cuántas oportunidades tenemos a lo largo del día para contemplar a la Mater, para mirarla! ¿Aprovechamos todas esas ocasiones? Desde el momento en que nos levantamos… ¡Qué lindo iniciar la jornada dirigiendo nuestros ojos hacia su imagen y no cerrarlos antes de entregarle en el gesto sencillo de una mirada lo que el día nos ha traído!
  • Hablar con Ella… Es hermoso y saludable para nuestra alma, poder tomarnos cada día un espacio de tiempo para conversar con la Mater; para compartirle nuestra vida: expresándole nuestra gratitud cuando estamos felices, pidiéndole que enjugue nuestras lágrimas cuando el dolor nos oprime, presentándole nuestras dudas y temores en momentos de tinieblas, rezongando como niños ante Ella cuando nos cuesta comprender las circunstancias. A veces esos espacios de oración no entran en nuestra agenda… ¡Es bueno intentar priorizarlos! Si alcanza el tiempo para estar al día en las redes… ¿Por qué será que nunca tenemos un ratito para compartir la vida con nuestra Madre? Pero además siempre aparecen huequitos a lo largo de la rutina que nos dan ocasión de entablar espontáneamente ese diálogo interior… ¿Qué hago mientras espero que se prenda la compu o en qué pienso mientras subo la escalera? ¡La situación más cotidiana puede contactarnos con el cielo! No la dejemos pasar…
  • Ofrecerle muestras concretas de amor… Sabemos que el verdadero amor se acrisola en la renuncia y el sacrificio. Este tiempo de cuarentena nos ofrece múltiples ocasiones para ofrecer gestos bien concretos. Podemos asumir las restricciones con enojo y resignación, o aceptar dichos límites aprovechando ese espacio para encontrarnos con Dios en la oración o dedicando ese tiempo a alguien que nos necesita.

Con el Padre…
Estos meses nos han enfrentado a situaciones desconocidas, desafiantes, adversas… A muchas familias les ha tocado transitar momentos de profundo dolor y de prueba. En esta línea, la vida de nuestro Padre y Fundador es un mensaje elocuente para cada uno de nosotros. De su ejemplo podemos aprender a transformar cada piedra de nuestro camino en un peldaño que nos acerque más a Dios. Aprovechemos este tiempo para acercarnos a su persona, al testimonio de su vida. En concreto, leamos algo más sobre la vida y la enseñanza del P. Kentenich. Vayamos a su encuentro con nuestras inquietudes y dudas. Podemos estar seguros de que su vida está llena de  respuestas para cada uno de sus hijos.

Con el Santuario… 
Quien experimenta las gracias del Santuario no puede sino arraigarse allí y enamorarse de ese pedacito de cielo. Como hijos de este tiempo, tan marcado por el desarraigo, esta vivencia de hogar nos llena el alma y -¡gracias a Dios!- experimentamos la necesidad de volver siempre. Cuando el amor es profundo, no debemos temer que la separación y la distancia rompan ese misterio. ¿Qué hacer para custodiarlo? Mientras no podamos peregrinar físicamente, hagamos una y otra vez visitas espirituales al Santuario y fortalezcamos la fe en que el obrar de la Mater trasciende los muros del Santuario. Si no nos mueve la fe, podemos ir realmente al Santuario y no experimentar la gracia de Dios; pero también es posible entrar en contacto creyente con la Mater sin visitarla físicamente y de esta manera “asaltar” el cielo. Renovemos nuestra fe en que cada imagen de la Mater -hasta la estampita más pequeña- en la medida en que nos vincula y nos une espiritualmente al lugar de peregrinación, también nos regala gracias. 

Que la Reina de la Familia Mater nos bendiga y nos permita encontrar en la Alianza de Amor el sostén, la luz y la fuerza para recorrer este tiempo.

Hna. Marianela